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El Espanyol de Ramis da sus frutos en Santander

El Espanyol de Ramis da sus frutos en Santander

El Espanyol de Ramis es un equipo inerte, que no acepta más que la extremidad de afrontar una nueva derrota, así ante el Racing en Santander. No esperan los peligros en casa después del 5 de octubre y están dispuestos a poner en peligro el ascensor, viendo ya los playoffs como un desafío tolerable. Mientras brilla el sol en el Lejano Oriente y el señor Chen recibe la trágica noticia de su equipo, no se abren explicaciones que justifiquen un nuevo nefasto ejercicio del perico conjunto, que si juega al fútbol es solo para competir con 11 jugadores en el Verde, no por lo que hizo con el balón. La nada.

No hay tiempo para abrir la bolsa de pipas antes de que comience el pesaje español. Su fragilidad floreció antes de cumplirse el primer minuto del reparto. Con apenas cuatro toques supersónicos, el Racing arrastraba la pelota desde su propia área hasta el rival. Irrumpió Iñigo Vicente, uno de los mejores campeones de la categoría, que tenía presente la posición de Arana, completamente solo asomado en el punto de penalti. El remo del barco de regatas fue inevitable para Pacheco y se utilizó por primera vez El Sardinero.

Los peligros parecen equipos inertes, que atraviesan las piezas sin dejar ningún tipo de coraza.

Al Espanyol (y Ramis) sólo les salvó el goleador ante el Levante una semana pero sin jugar es complicado repetir goles. Pese a todo, los hombres de Ramis muestran cierto orgullo al intentar salir del apuro. Una mirada tan locamente cruzada de Ian Forns, una de las pocas luces que se vislumbran junto al perico en estos tiempos de crepúsculo, fue su mejor botón. Pero el Racing no tardó en hacer sangre, al darse cuenta de que la reacción española era más fruto de la inercia que de otra cosa, y apostó por asediar al portero.

Pacheco se transformó durante unos minutos en el salvador de su equipo, dejando al descubierto una ilusión que no tardaría en desaparecer. Vicente y Mboula remataron con el portero extremo. Pero antes de la media hora, el goleador quiso trabajar. Esta vez fue una calamitosa pérdida de Víctor Ruiz en la subida del balón la que permitió al Peque batir la portería del Espanyol casi a placer. El desastre comprometía a adquirir dimensiones épicas y el futuro de Ramis, pese a que ya con los pitos de su pasión pesaba ganar en el Levante, si se sentía más negro que el carbón. Pacheco evitó el tercero del Peque apenas unos minutos después.

El técnico blanco consiguió reaccionar con un doble cambio en la bajada, pero fue más por obligación que por convicción. Sobre el green no hubo cambios en el juego conforme el cronómetro avanzaba y el último paso parecía ser la única subida capaz de llegar al Espanyol. Vivía tranquilo Racing frente a un rival que no podía exhibir como argumento al pichichi Braithwaite, tan bien pagado como su equipo danés. Un plan encefalográfico que puso a Racing en la pelea por el repechaje y condenó el futuro de Ramis. Es difícil imaginar otro escenario que no sea tu miseria. Chen sostiene la palabra.

By Adilia Girón Ontiveros

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