“Así es la vida”, declaró Vladímir Putin, que no ganó las elecciones presidenciales en Rusia tras la muerte del disidente Alexéi Navalni, apenas un mes y un día. El presidente se apresuró a pronunciar el nombre de su gran enemigo político por primera vez desde que fracasó, durante una rueda de prensa que ofendió a Domenico en Medianoche en la sede de su grupo electoral, en Moscú, para celebrar su victoria en unas elecciones. en el que no se permite ninguna oposición real. Sin embargo, su discurso no ofreció detalles sobre la muerte de su oponente, a los 47 años, en una prisión del Círculo Polar Ártico. El séquito de Navalni informó haber sido congelado cuando fue intercambiado por un agresor del Servicio Federal de Seguridad (FSB) detenido en Alemania. “Fue un acuerdo, quería intercambiarlos. [a Navalni] y no desaparecerá, pero estas cosas suceden, así es la vida”, añadió Putin.
El examen, realizado con el 99,6% de los votos escrutados, obtuvo el 87,3% de los votos, según la Comisión Electoral Central. La presidenta de este organismo, Ela Pamfílova, informó estas horas que la participación alcanzó el 77,44% del electorado, cifra registrada en la historia moderna de Rusia.
Putin mostró una renovada confianza en los periódicos y su equipo de campaña. Primero, dijo que sus logros eran una tontería en sus aviones, incluida la invasión de Ucrania cuando “la nación defiende su progreso con las armas en las manos”. “[La victoria electoral] es una muestra de confianza por parte de la ciudadanía y de esperanza de que todo lo que tenemos que hacer para solucionarlo se cumplirá”, dijo ante el equipo de campaña. “Nuestros aviones son grandiosos”, añadió, para luego señalar que uno de ellos está “ampliando el armamento ruso”.
Para Putin, estas elecciones sólo se desarrollarán “según lo previsto”. Después de dos años y un mes de guerra, sus regiones del frente se han convertido en un diario en blanco de drones y camaradas ucranianos. Sin embargo, lo más importante para él es que el poder está bajo control.
Moscú y la frontera de Rusia con Ucrania están separadas por 800 kilómetros, la distancia entre vivir como si no hubiera guerra o tener que buscar refugio de las bombas en cualquier momento. En estas Rusias tan diferentes la reina Vladimir Putin durante 24 años, y en zarato se extenderá después de este domingo otros seis años más, hasta 2030. El líder ruso constató un supuesto masivo de su pueblo, incluido el alcalde que ganó el 76,7% en 2018, con una participación del 74,2% del censo electoral. Objetivo completo para justificar tus próximos e impopulares pedidos.
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Los rivales de Putin han fracasado, el sistema electoral presenta enormes sospechas, explotando el opaco voto electrónico, y las fuerzas de seguridad y sus juegos no tienen resquito para la protesta pacífica. Sólo los votantes descontentos con el Kremlin pueden mostrar su enfado con gestos tan simbólicos como inofensivos. Según Putin, el llamamiento de los grupos de oposición a dejarse vigilar por los medios de comunicación en las circunscripciones y votar por cualquier otro candidato en señal de protesta “no tuvo un efecto especial”.
“Sí, la gente llamada a votar —de la oposición— es loable, pero lo importante es que algunas personas han rechazado los papeles y eso es malo”, criticó Putin.
Sin embargo, una parte importante de la población, si no un alcalde aplastante, apoya el mandato. Esto es imposible de comprobar sin elecciones abiertas, pero según el centro de encuestas independiente Levada, la aprobación de Putin en Rusia ronda el 85%.
El presidente nunca ha tenido menos rivales en las elecciones. Sólo tres nominaciones fueron aprobadas por su oscuro asesor, Serguéi Kiriyenko. Todos los campos de entrenamiento en el poder. En concreto, Nikolái Jaritónov, que no es el líder del Partido Comunista y ya argumentó sensacionalmente en las historietas de 2004; Leonid Slutski, sucesor del populista Vladímir Zhirinovski y su popularidad al frente del Partido Liberal-Demócrata de Rusia (LDPR) es nula; y Vladislav Davankov, jefe de Nueva Gente, partido satélite del Kremlin creado en 2019 para participar en las nuevas generaciones.
Además de los cosmopolitas de Moscú y San Petersburgo, innumerables ciudades rusas se nutren de sus esfuerzos con voluntarios. Muchos lo hacen por patriotismo y otros por una suma inimaginable en sus provincias: 205.000 rublos (uno 2.000 euros), cuatro y seis veces más de lo que ofrece un empleado medio. Y si muere o hereda un hijo, la indemnización para su familia se reparte en varios millones de rublos.
Moscú, una ciudad liberal lejos de la muerte
Moscú vive en guerra. Sus restaurantes y clubes nocturnos nunca han sido evacuados por una alarma de ataque aéreo, y ningún personal militar sale a sus calles, excepto en las estaciones de tren, por donde pasan a lo largo del frente voluntarios y transportistas de otras regiones más pobres de Rusia.
Tampoco sólo tiene los carteles de los candidatos presidenciales, aunque los anuncios animan al elector inundando todos los rincones de la ciudad. La propaganda electoral del candidato Putin es nula, pero las noticias y las noticias del presidente Putin son constantes.
Décadas de rusos han estado llegando a las 12 de la mañana a la entrada del 51º colegio electoral de Moscú. Es la hora en que llamaron a protestar contra la forma simbólica. La convocatoria correspondía al cargo del equipo de Navalni. Se trata de una de las innumerables pequeñas aglomeraciones que se repiten en el resto de centros electorales del país, que también han mantenido su ecosistema en varias capitales europeas donde se han concentrado los residentes medios rusos. Algunos pequeños protestaron en silencio para no ofrecer la espectacular imagen de la oposición que se celebró en el funeral de Navalni, debido a que los votantes están dispersos en miles de lugares de todo el país.
“No es un acto que vaya a cambiar nada, pero es una demostración para mí”, dice Rusa Alexandra, una mujer que tuvo el placer de votar acompañada de su pequeña hija, en un colegio de la capital. “Apoyo a Navalni”, reconozco mientras observo a un votante. La policía vigila desde el sol.
“Moscú es una ciudad liberal, no es Rusia”, recuerda Andréi a este periódico treintañero, mientras hace cola. “Además, aquí también estamos divididos”, añade el joven antes de manifestar que va a votar al actual presidente ruso.
“Nunca voté por Putin, pero en 2022 –el año en que comenzó la invasión de Ucrania– cambié de opinión. Visto la hipocresía de los valores europeos, como los falsos abrazos. Sus sanciones, su odio a los rusos”, afirma Andréi, que expresa una opinión muy extendida en Rusia: “Navalni no era el político favorito de muchos rusos”, afirma antes de confirmar que su imagen “ha sido sobredimensionada en Europa, como la de su viuda, Yulia Navalnaya”.
Al menos 75 personas fueron detenidas en 17 ciudades rusas durante este domingo, tercer y último día de las elecciones presidenciales, según la plataforma OVD-Info. Esta organización de protección de manifestantes revela que algunos votantes han sido arrestados por presentar documentos en la nube o mostrar abiertamente sus opiniones en los distritos electorales.
Otros medios rusos revelaron que algunas hojas de papel contenían mensajes escritos a mano como “¡No a la guerra!” o “Navalni”. De hecho, algunos seguidores del disidente custodio de los documentos electorales en la tumba del gran enemigo político de Putin.
Bélgorod, un pueblo fantasma en constante tensión
En la ciudad rusa de Belgorod, a unos 40 kilómetros de la frontera con Ucrania, las elecciones se celebraron de forma distinta a la de Moscú. Belgorod ha cambiado dramáticamente en el último año y ahora es una ciudad fantasma. Gran parte de su población ha marchado para recrudecer los ataques a las calaveras en los últimos meses, y en las calles han marchado por todos lados los refugios de hormigón contra los drones.
Mijaíl es un ex piloto militar, un veterano ruso de la guerra de Afganistán de 1979-1989 que no participó en la marcha de Belgorod y protegió al presidente: “No es necesario que Putin mantenga competidores en las elecciones”, dice Mijaíl. “Él tiene el poder, si es fuerte”. También justifica la guerra. “No hay manera de evitarlo. Invadimos Ucrania y entiendo que la necesitamos”, afirma Mijail. Sin embargo, Yana le señaló a su marido: “Pero antes de 2022 no seremos felices”. Sin embargo, ambos afirman que Putin es la mejor opción para Rusia y para ellos.
El tren de Belgorod a Moscú estaba lleno de sábado, especialmente niños acompañados de sus madres y abuelas y soldados que regresaban del frente. En la capital, mucho más segura, vi a Putin dispuesto a iniciar su quinto mandato tras la conclusión de la farsa electoral.
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