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Ferrer vuelve al crecimiento tras cinco años de cambios

Ferrer vuelve al crecimiento tras cinco años de cambios

El grupo farmacéutico Ferrer ha vuelto al crecimiento y a la rentabilidad tras el giro estratégico que impuso su nuevo consejero delegado, Mario Rovirosa, hace cinco años, que incluyó la desinversión en negocios no estratégicos, la venta directa en el exterior y el foco en desarrollar medicamentos de uso hospitalario con su propia I+D.

“Volvemos a crecer en ventas y en rentabilidad, pero, sobre todo, hemos creado las bases para tener en el futuro una empresa sólida, rentable y sostenible, con una cartera de siete medicamentos en desarrollo, algunos en fase 3 y que esperamos que empiecen a llegar al mercado en el 2025”, señala Rovirosa.

La compañía, propiedad de Sergi Ferrer-Salat (96%) y de su hermana Beatriz, ha vendido en los últimos años sus filiales de genéricos (Tarbis), productos químicos (HTBA), suplementos (Trommsdorff), vacunas (Diater) y Prasfarma. “Optamos por salir de los negocios menos rentables, y eso nos permitió reducir deuda (de 320 a 100 millones de euros ahora). Y la especialización nos ha permitido mantener las ventas globales y ser más rentables”.

Fabricante de OTC, Gelocatil y Repavar, invirtió 41,2 millones en I+D para lanzar fármacos innovadores

Así, explica Rovirosa, el grupo facturó 645 millones en el 2022, prácticamente los mismos que en el 2018 pese al menor número de negocios en los que opera, pero el beneficio ha pasado de 12 a 28 millones de euros, con un beneficio operativo o ebitda de 66 millones.

Ferrer obtiene el 47% de sus ingresos en el exterior: vende sus productos en 128 países y tiene filiales directas en trece, entre ellos, Estados Unidos, México, Chile, Austria, Portugal o Alemania. “Hemos creado ya filiales en Italia, Francia y el Reino Unido, aunque las iremos potenciando conforme lleguen al mercado nuestros nuevos fármacos”, explica. El grupo cuenta con una plantilla de 1.800 personas.

Ferrer es la cabecera de un grupo empresarial que incluye Interquim, una empresa que fabrica principios activos en Sant Cugat del Vallès que emplea a 178 personas. “La mitad de la producción la utilizamos nosotros mismos, y el resto es la base de una unidad de negocio que incluye el desarrollo de esos principios para otras empresas, así como la fabricación y a veces la comercialización final de los medicamentos”, añade.

La filial americana, Alexza, es el motor de su innovación, con una nueva tecnología de inhaladores

El grupo también incluye Ferrer Alimentación (Fasa) y Medir, dos empresas dedicadas a la comercialización de materias primas para la alimentación y la industria que facturan 118 millones de euros, en las que la mitad del capital está en manos de otra rama de la familia Ferrer. Fasa fundada en 1910, fue de hecho el origen del grupo, señala Rovirosa.

Ferrer tiene fábricas en Sant Cugat (la de principios activos y otra que produce medicamentos), en Esplugues de Llobregat (de dermocosmética), en México y en Estados Unidos, donde su filial Alexza tiene un complejo que incluye también oficinas y un centro de I+D en Fremont (California). El grupo tiene además un centro logístico en Sant Feliu de Buixalleu (Girona).

El grupo, explicó Rovirosa, invirtió 58 millones de euros el año pasado en la mejora y ampliación de sus fábricas: 20 millones en Esplugues, que con sus nuevos equipos para producir cremas y líquidos permite especializar la planta de Sant Cugat en la producción de comprimidos, y el resto en Estados Unidos.

Alexza es precisamente el motor del crecimiento futuro del grupo: con 40 empleados, esta empresa ha desarrollado una tecnología, denominada Staccato, que permite administrar mediante inhalación principios activos que de otra manera habían de inyectarse. “Con un pequeño dispositivo que el paciente puede llevar en el bolsillo, puede administrarse un fármaco que evita un ataque de epilepsia o un bloqueo puntual en pacientes con Parkinson, mientras que ahora ha de ir a un centro sanitario a recibir una inyección”, señala.

El grupo opera en 128 países y genera el 47% de sus ingresos fuera de España

Así, la empresa, que es fabricante de marcas de autocuidado de la salud históricas como Gelocatil, OTC o Repavar, invirtió el año pasado 41,2 millones de euros en I+D para lanzar medicamentos innovadores. “Estamos invirtiendo más porque tenemos el 75% de nuestros proyectos en fases clínicas, las más caras –asegura–. Y nuestro propósito es seguir aumentando ese esfuerzo, hasta situarlo en el 10% de las ventas”, focalizado en las dos áreas terapéuticas en que se ha especializado: enfermedades pulmonares vasculares e intersticiales y trastornos neurológicos.

Estados Unidos se ha convertido en el motor del grupo por las dificultades que Europa levanta para la industria farmacéutica, lamenta el directivo. “China, pero sobre todo Estados Unidos, nos están tomando la delantera. La última propuesta de la UE, que reduce la duración de las patentes, será un nuevo hándicap”, señala Rovirosa que defiende que “ha de haber un equilibrio entre la necesidad de que haya medicamentos baratos, porque los pagan los estados a través del sistema público de salud, y la necesidad de que las empresas europeas puedan rentabilizar sus inversiones”.

A su juicio Europa tiene “buenos centros tecnológicos y buenos científicos”, pero falta un entorno legal para potenciar la innovación “y voluntad, ganas de arriesgar” para que esta se desarrolle. Como ejemplo señala la congelación del precio de las medicinas, pese a que los costes de fabricación se han disparado. “La idea de potenciar la producción local para evitar desabastecimientos, que se impuso con la pandemia, ya se ha dejado de lado”, lamenta.

Activismo social en el ADN

“Nuestro accionista no nos pide que maximicemos el beneficio. Nos pide que maximicemos el impacto social de lo que hacemos”, señala el consejero delegado, Mario Rovirosa, sobre la filosofía que Sergi Ferrer-Salat ha impuesto a su grupo farmacéutico.
Así, Ferrer destina cada año más del 40% de sus beneficios a causas sociales y medioambientales (en el 2022, alcanzó el 47%) y se ha certificado como compañía BCorp, “un rating que acredita a las compañías que son buenas para el mundo por su gobernanza, su impacto medioambiental y social, y el trato a sus trabajadores”, explica. “Somos la primera farmacéutica española que lo consigue y una de las pocas en todo el mundo”.
Su esfuerzo la convirtió, en el 2020, en la primera compañía farmacéutica española que pudo firmar un “préstamo sostenible” de 220 millones de euros, ligado al compromisos sociales y medioambientales. El grupo, aseguró Rovirosa, ya utiliza solo energía renovable, recicla el 85% de sus residuos y prevé reducir un 50% sus emisiones de CO2 en el 2030.
Ferrer tiene un equipo de 40 personas dedicado a gestionar las diversas iniciativas sociales, entre las que destacan la Fundació Ferrer Sustainability, que el año pasado produjo más de 21 toneladas de hortalizas y frutas ecológicas, y entregó más de 700.000 comidas saludables a más de 52 entidades sociales.
El grupo ha potenciado también la Fundació de Música Ferrer-Salat: en sus 40 años de historia, ha concedido más de 430 becas de excelencia musical, 70 en el último año, ha comprado y cedido más de 500 instrumentos para escuelas de música y ha financiado los estudios de primaria musical a más de 3.000 alumnos. “Estamos impulsando un estudio con el hospital Sant Joan de Déu para comprobar si la educación musical mejora el rendimiento académico de los niños, y cuantificarlo, en el que han participado ya 6.000 niños”, explica.
Más allá de las iniciativas corporativas, el giro del grupo ha impulsado también el voluntariado de sus propios trabajadores, que el año pasado dedicaron más de 6.400 horas a proyectos sociales y medioambientales.

By Adilia Girón Ontiveros

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