Francia ha tenido pocas elecciones en los últimos años en las que el resultado fuera tan poco incierto como en las elecciones europeas del 9 de junio. No hay discrepancia entre sondas. El Reagrupamiento Nacional (RN), el partido nacionalista y populista de Marine Le Pen, encontrará 10 puntos, quizás más, para la segunda candidatura más votada, en la plaza donde se disputa el Renacimiento, en la lista de partidarios del presidente Emmanuel Macron y la alianza entre el Partido Socialista (PS) y el pequeño movimiento Place Publique.
Si, como prevén las encuestas, RN vuelve al 30% de los votos, y si su inmediato perseguidor no alcanza el 20%, la conclusión natural será que este resultado será la anticipación de una victoria de Le Pen en las elecciones presidenciales. de 2027. Será una interpretación apresurada, advierte el especialista en demografía Brice Teinturier, director general delegado de Ipsos-Francia.
“Las lecciones mecánicas de una Europa no pueden faltar en las elecciones presidenciales”, afirma Teinturier. Y cita algunos antecedentes. La derecha perdió frente a los europeos por más de diez puntos en 2004 y tras ganar las presidenciales de 2007. La RN ya ganó las elecciones europeas de 2014 y 2019, pero su candidata, Le Pen, perdió las presidenciales de 2017 y 2022. Eso ahora, aunque sea de forma aplastante, “no significa que Marine Le Pen vaya a imponerse en 2027”, predice el director de Ipsos. “Es absurdo decir esto tres años antes de la fecha”.
Y, sin embargo, una victoria del RN, apenas tiene un partido paria, y por tercera vez consecutiva en un Europeo, y después de clasificarse dos veces seguidas para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, y con el viento que descubre las sondas , significará algo más. “Si RN obtiene entre el 28% y el 32% de los votos, será una confirmación amplificada de su estirpe y de su dinámica real, y tendrá peso en lo que venderá a continuación”, analiza Teinturier. “Como mínimo, hay que aceptar que en la RN se permita votar a un número de electores”, añade, “y eso se traduce en un movimiento poderoso”.
Estos europeos –dominados en Francia por el absurdo del poder adquisitivo, la inseguridad y la inmigración, y plantados por la oposición como un voto de represalia contra Macron– son la historia de tres duelos. El primer duelo se enfrenta entre Jordan Bardella, presidente de RN, mano derecha de Le Pen, eurodiputado y cabeza de lista electoral, con la candidata de Renaissance, también eurodiputada y jefa del grupo liberal Eurocámara, Valérie Hayer. Las perspectivas de Hayer son tan malas, y ella es tan desconocida en la mente del público, que a nadie se le dijo que los jóvenes eran el primer ministro, Gabriel Attal, que participó en un debate televisivo sobre la alegría del amor con Bardella.
La idea de Attal y la de Macron son las de pelear con l’extrema derecha ya no sirve demonizarla ni gritar lo que viene del lóbuloEso sí, es necesario desmontar los argumentos para demostrar las consecuencias que habría tenido su vinculación al poder. El inconveniente de esta estrategia es que, incluso si los argumentos de Bardella fueran sostenibles, su mera presencia en un debate con el primer ministro le daba un aura de primer ministro. En este contexto, buena presencia y capacidad oratoria, actitud que, a diferencia de otros partidos de su misma órbita en otros países, pide expresión y provocación. El RN, legado del ex partido ultraderechista Frente Nacional, financiado por colaboradores nazis, no promueve el ascenso del euro ni de la UE y se postula como el azote del antisemitismo. Si se trata de no apoyar al votante moderado, así interpreta él la ruptura anunciada esta semana con su aliado alemán AfD en una declaración de su candidato de los europeos frente a las SS nazis. Parece funcionar.
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El segundo duelo enfrenta a Hayer con Raphäel Glucksmann, jefe de la lista conjunta de su partido, la Place Publique, y del PS. La encuesta de Ipsos da un 16% a Hayer y un 14,5% a Glucksman (Bardella tenderá hacia el 31%). “Todavía hay mucha fluidez”, aconseja Teinturier. La lista socialista no ha dejado de buscar un macronista. ¿habrá? adelantamiento?
Glucksmann, con un mensaje socialdemócrata, ecológico, europeo y atlantista, atrae votos procedentes de su país y de su país. Por un lado, “los votantes de Macron se sintieron decepcionados por el posicionamiento más a la derecha del gobierno a partir de 2022, y sobre todo por la reforma de las pensiones, la ley de inmigración y los retrocesos en materia medioambiental”, observa Teinturier. Por otra parte, el candidato atrae a los votantes de La Francia Insumisa (LFI), el partido ahora hegemónico en tercera posición parlamentaria, liderado por Jean-Luc Mélenchon. Los votantes de izquierdas que, según el especialista, “recuperan la complacencia de Hamás, descubren que hay un aire antisemita en algunos de los dirigentes del LFI, y consideran que lo que está en juego en Europa no es Gaza” . Los mélenchonistas han hecho campaña contra la guerra en Oriente Próximo, aunque no parece estar funcionando.
Los macronistas creen que hoy es posible encaminar a sus votantes por el camino final. Pero si Glucksmann hubiera superado finalmente a Hayer, habría sido un duro golpe para Macron, un presidente que, habiendo estado atado al poder por la bandera de la UE, habría sido mal visto por los europeos. Este resultado daría aire a la isla socialdemócrata, prácticamente al borde de la extinción en la presidencia de 2022.
Y aquí aparece el tercer duelo, entre Glucksmann y la lista LFI, enmarcada por la eurodiputada Manon Aubry, que quiere que las encuestas obtengan alrededor del 8% de los votos. El PS logró recuperar la hegemonía en la isla, pero un buen resultado de Glucksmann es aún menos extrapolable, a la vista de las elecciones presidenciales de hace tres años, como la victoria de Bardella. Los ecologistas ganarán el 13,5% en las elecciones europeas de 2019 y aspirarán a soñar con la primacía de los intereses y la búsqueda del poder, pero en las elecciones presidenciales su candidato no obtuvo el 5%. Cualquier conclusión final el 9 de junio de 2027 será prematura.
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